La gesta del gran héroe peruano
LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU
Acaso fue una rebelión
reformista, pero en sus últimos momentos pretendió ser una rebelión
separatista. Se debió a una protesta contra los abusos coloniales,
especialmente contra los abusos coloniales, especialmente contra los
corregidores, la mita minera, la mita obrajera, el tributo y los repartos
mercantiles. Gran luchador social, José Gabriel Túpac Amaru es una figura sin
igual en todo el continente americano.
El sábado 4 de noviembre
de 1780, día de San Carlos Borromeo, estalló la rebelión. Con ocasión de
celebrar su cumpleaños el párroco de Yanaoca, Carlos Rodríguez, ofreció una
comida en su casa y entre los invitados estuvieron José Gabriel Túpac Amaru y
el abusivo corregidor de Tinta, Antonio Juan de Arriaga y Gurbista.
Terminado el banquete,
antes del atardecer se retiró Túpac Amaru, haciéndolo poco después el
corregidor, con sus dos esclavos negros. Pero cuando este retornaba al pueblo
de San Bartolomé de Tinta ya al ocaso, estando en el paso de Hilayhua, le salió
al encuentro Túpac Amaru y lo apresó, llevándolo cautivo a Tungasuca, donde lo
ahorcó seis días después, el 10 de noviembre de ese año.
A continuación, el
caudillo hizo un ejército de indios en el que también había unos pocos blancos,
algunos mestizos y poquísimos negros. Con este ejército armado con palos y piedras pasó a Pomacanchi y saqueó su
obraje, siguió a Quiquijana y quiso
capturar al corregidor Fernando Cabrera, pero este había escapado
sabiendo la proximidad de los alzados. Túpac Amaru retornó a Tungasuca,
saqueando en el tornaviaje el obraje de Parapuquio, dedicándose luego a escribir cartas comprometiendo a las
provincias e invitando a los dirigentes a la rebelión. Cerró esta pequeña etapa
con un acto que ha pasado desapercibido. El jueves 16 de noviembre de 1780,
estando en el santuario del Señor de Tungasuca, el Cristo de los Arrieros,
proclamó la libertad de los negros. De este modo, habiendo extinguido la
servidumbre de los indios, luego anuló la esclavitud de los melanodermos. Que
sepamos, fue el primero que abolió la esclavitud negra en América.
Enterado de todo esto el
corregidor del Cusco, Inclán Valdez, tomo a su cargo la defensa de la ciudad y
levantó un ejército cuyo mando confió a Joaquín Valcárcel, corregidor de
Pacajes, a quién invistió como comandante mayor, Túpac Amaru, que tenía un
ejército de unos 6000 individuos, de los que solo 500 tenían fusiles y
escopetones viejos, respondió haciendo tomar el pueblo de Acamayo. En represalia
salió del Cusco el coronel Tiburcio Landa con el ya citado Fernando Cabrera,
corregidor de Quiquijana, pasando a este último lugar en busca del rebelde.
Porque no lo hallaron, siguieron a Sangarará, pero allí salió Túpac Amaru con
su gente y lo rodeó, obligándolos a
refugiarse en la iglesia, incendiando luego el templo con todos sus defensores
adentro. Murieron allí, Landa, Cabrera y los curacas Pedro Saruaraura y
Ambrosio Chilli Túpac, aliados de los españoles. Sangarará fue la gran victoria
de José Gabriel Túpac Amaru. Ocurrió el 18 de noviembre de 1780. El caudillo,
siempre en su caballo blanco, asistió a la lucha desde el comienzo hasta el
fin.
Entusiasmado con el
triunfo, marchó a las provincias del sur. Quería levantar los ánimos, reclutar
gente y regresar para tomar el Cusco. Estuvo en Chumbivilcas, Velille,
Condesuyos, Caylloma y Malpa; al atravesar La Raya ingresó en el territorio del
virreinato del Río de la Plata. Siguió a Coporaque, Pucará y Lampa,
deteniéndose en Santiago de Pupuja. En todos estos lugares encontró la adhesi y
Urubón de sus habitantes, engrosando su ejército cada vez más. Anuló los
impuestos e instaló a rebelarse contra el mal gobierno, informó que era dueño
de Paucartambo hasta Chucuito y Puno. Pero tenía que regresar para capturar la
ciudad del Cusco. Llamado por su esposa, Micaela Bastidas, que veía el peligro
de la llegada de refuerzos desde Lima, emprendió el tornaviaje a Tungasuca,
donde tenía centrado su cuartel general. En Tungasuca reorganizó su ejército,
fabricó cañones, entregó machetes y cuchillos, pero no tenía escopetas que
repartir. En eso llegó al Cusco desde Lima el coronel Gabriel de Avilés. Era
demasiado tarde.
El cerco del Cusco tuvo
lugar desde el 2 al 9 de enero de 1781. No pudo durar más porque todo se
confabuló contra Túpac Amaru. El día del Año Nuevo llegó el coronel Gabriel de Avilés
con el refuerzo de Lima; no acudió a tiempo Diego Cristóbal Túpac Amaru, que
había estado sitiando Paucartambo; se dejaron ver los contingentes indios de
los curacas Pumacahua, Choquegauncas y Rosas, leales a la Corona; se hablaba de
la próxima llegada de un ejército enviado por el virrey de Buenos Aires; era
inminente la llegada de otro ejército enviado por el virrey de Lima. Otros
dicen que el caudillo se decepcionó porque no se le plegaron los indios de la
ciudad del Cusco. Lo cierto fue que al mediodía del 10 de enero comenzó a percibirse
su retirada al sur. Sus tropas estaban mal organizadas, mal armadas, mal
comidas. Emprendió el camino de Tinta, Urcos y Checacupe. Entonces empezaron
las deserciones. Al Cusco llegó el ejército enviado por el virrey desde Lima:
su jefe de este ejército era el mariscal José del Valle y Torres, el visitador
Antonio de Areche era el representante plenipotenciario del virrey, y el oidor
Benito de Matalinares, su asesor legal para todos los asuntos que requerían
justicia.
El ejército español
estaba dividido en seis columnas, un cuerpo de reserva y una fuerza de
artillería. Las columnas fueron alcanzando a las desorganizadas tropas tupacamaristas,
derrotándolas en distintos puntos y ajusticiando a sus capitanes; había muchos
prisioneros, abundaban los desertores, se hablaba del gran castigo. El alcance
final fue en Checacupe, en abril de 1781, siendo allí, junto al río Vilcanota,
derrotado el caudillo. Este cruzó el río a nado y escapó. Pasó al pueblo de
Langui, pero allí un partidario suyo lo traicionó y apresó el 6 de abril.
También fue apresada su esposa Micaela Bastidas y sus hijos Hipólito y
Fernando, escapando temporalmente Mariano, el otro hijo. Entregados al mariscal
José del Valle, este los llevó a todos los puentes de Urcos, donde a su vez los
puso en manos del visitador Areche.
El 14 de abril entró
Areche con sus prisioneros en el Cusco. Los soldados reales formaban en las
orillas de las calles con sus fusiles y bayonetas. A Túpac Amaru se le depositó
en el antiguo colegio de los jesuitas. Soberbio en el calabozo e impávido
durante el juicio, a todos admiró su personalidad; pero harto del
interrogatorio y negándose a delatar a sus simpatizantes del Cusco, llegó a
decirle a Areche con voz tan firme como alta; “Aquí no hay más cómplices que tú
y yo; tú por opresor, y yo por libertador, merecemos la muerte”.
En la celda quiso
escribir, pero por no haber papel ni tinta tuvo que hacerlo con su propia
sangre en un trozo de tela. Pedía ayuda a alguien para escapar y acaudillar otra
rebelión definitiva, para dominar la situación y acabar tomando el Cusco.
Porque le dieron tormento varias veces para que confesara, terminó con un brazo
quebrado. Aún así, guardó continuo silencio, nunca delató a nadie. Se sentía
muy mal, estaba enfermo. Sus captores temieron que se muriera y apresuraron el
proceso. El 15 de mayo de 1781 se le condenó a muerte Túpac Amaru ni siquiera
habló.
El 16 se le levantó la
excomunión en la que había incurrido por
rebelde a la Corona, para que así pudiese confesarse y comulgar. El viernes 18
de mayo se cumplió la terrible sentencia. Tuvo lugar en la Plaza Mayor del
Cusco, viernes por la mañana. No
brillaba el sol, el cielo estaba encapotado. Lo presenció mucha gente. El orden
lo guardaban los soldados con sus
fusiles y bayonetas caladas.
A la diez de la mañana
se inició el acto, en un tabladillo
levantado en el centro de la plaza se ahorcó primero a Verdejo, Castelo y
Bastidas, jefes revolucionarios, luego el negro Oblitas, quien ahorcó al corregidor
Arriaga. A continuación media hora después, a Hipólito Túpac Amaru, hijo de
José Gabriel, y a Francisco Túpac Amaru, su tío, también se les ahorcó, pero
antes se le cortó la lengua. Los siguió Tomasa Tito Condemaita, cacica de Acos.
Inmediatamente después, once de la mañana, subió al cadalso Micaela Bastidas.
No se dejó cortar la lengua, se la cortaron luego de muerta. Por ser zamba de
cuello delgado, el garrote no funcionó, por lo
que sus verdugos tuvieron que enlazarle el cuello y tirar, terminando
por ultimarla a puntapiés en el vientre y en el pecho. Murió sin quejarse ni
pedir clemencia. Fue la muerte de la heroína.
Al final de todo, e eso
del mediodía, fue la ejecución de José Gabriel. Subió al patíbulo sereno. No
había delatado a nadie. Por negarse a abrir la boca se la abrieron por fuerza
para cortarle la lengua. Luego lo bajaron del patíbulo y lo tendieron en el
suelo delante de la iglesia de la Compañía. Lo ataron con correas a cuatro
caballos con sus jinetes mestizos y, a una orden, los equinos se dispararon. Se
dio un tirón y quedó en el aire, como una araña en su tela. Al presenciar este
espectáculo su hijo Fernando, un niño de apenas 12 años, lanzó un grito de
horror que se grabó para siempre en la memoria de todos. Pero no ocurrió el descuartizamiento
y se tuvo que repetir la operación varias veces con el mismo resultado. El
visitador Areche se sintió incómodo y, para apresurar el final, ordenó que se
le cortara la cabeza al maltratado José Gabriel. Sacó el verdugo su hacha y procedió
al degollamiento.
Sólo se salvaron de
morir Mariano y Fernando Túpac Amaru, hijos del héroe. El primero por caer
prisionero poco después, y el segundo, por ser un preadolescente. Se les remitió a
España, naufragando el San Pedro Alcántara,
barco que los conducía, frente a las costas de Peniche, el Portugal. Allí murió
Mariano, que viajaba encadenado, pero sobrevivió Fernando, quien poco después pereció
en España víctima de la tuberculosis.
Así acabó la familia de
los Túpac Amaru, descendientes de los incas, mestizos de sangre real, la
familia más gloriosa que presenta la historia del Perú.
De:
Enciclopedia Temática del Perú. Tomo 3
CONQUISTA Y
VIRREINATO
Del Busto Duthurburu, José Antonio